sábado, 15 de enero de 2011

El último escalón: La Universidad.

“Érase una vez, una princesa que vivía en un precioso castillo. Un buen día, conoció a un apuesto príncipe del que se enamoró perdidamente. Con el consentimiento de los padres de ambos, los flamantes novios se casaron, y vivieron felices y comieron perdices”. Éste sin duda es el esquema del que parten la mayoría de los cuentos infantiles que hemos escuchado en nuestra infancia. Como historia, pues hombre, no está mal, pero hay un momento en el que te das cuenta de una simple cosa: eso no pasa en la realidad. Sí amigos, “cenicienta” no existe. Bueno, lo que si podríamos sacar de verdadero de ese cuento es el principio, ya que si existen cocineras, limpiadoras y costureras, pero no con el estilo de vida deprimente que presenta la protagonista.
Pero eso de la vida perfecta no existe, y lo de vivir felices y comer perdices, pues para vivir feliz te lo tienes que currar y mucho, y para comer perdices, hombre, tienes que pagarlas primero. Pagar, dinero… ¡son palabras que se oyen tantas veces en la vida! De hecho, sin dinero literalmente no se puede vivir, y para conseguirlo, hay que sudar la gota gorda. Esto no quiere decir que no haya bastantes formas de conseguirlo: puedes robar un banco, puedes jugar a la lotería y tener la suerte de que te toque, puedes casarte con un famoso… o puedes especializarte en un área. Sin duda, ese es el principal objetivo de la universidad. Todos los abogados, científicos, médicos, maestros… todos han tenido que pasar por la universidad para ser lo que son.

Dicho de esta manera puede parecer un poco mecánico e incluso aburrido: ¿quieres ser abogado? Pues vete a la universidad. Pero, para mí la universidad no sólo es el paso anterior a entrar en el mundo laboral. Es mucho más que eso, es la forma de realizar un sueño. Y digo para mí porque muchas personas deciden ser cosas que tienen prestigio por eso mismo, y no porque les guste, y otras muchas ni siquiera saben que están realizando un deseo. ¡Qué todos los sueños no se basan en tener un “Ferrari” o en ser una celebridad! De hecho, para mí, son insignificantes. Bueno, y lo de ser famosa, ni aunque me pagaran. ¡Vaya tontería! ¡Si la mayoría cobran más de lo que podamos imaginar por criticar a otros o por hacer el payaso! En fin, que triste es la vida, y pensar que algunos ni siquiera tienen el bachillerato…

Pero precisamente por eso para mí ir a la universidad es un sueño, porque yo no quiero ser una persona que no tenga estudios y llevarme toda mi vida intentando resquebrajar la vida de otros, que a muchos le gusta, oye, pues estupendo, pero yo no quiero que mi vida se base en eso. Yo quiero ser traductora, de Inglés y Chino, quiero traducir libros, artículos, entrevistas, y otras cosas que gracias a mi ayuda la gente podrá entenderlas. Quiero dar clase, enseñar y formar niños que aún no tienen claras las ideas, y ayudar a los que sus problemas podrían llevarlos a una mala vida. Pues sí, esos son mis sueños, y la forma de realizarlos se llama universidad.

A primera vista, y no está mal pensado, la universidad es un simple edificio, un simple lugar que lo único que te va a dar es ganas de dejarla porque tienes que estudiar a más no poder. Pero, yo creo que va más allá, ya que sin ella, no podrías ser lo que tú quieres ser.

Todo niño y todo adolescente han soñado con la universidad alguna vez. De hecho, es el último escalón de la enseñanza, el final de todos los profesores y las tareas. Lo primero que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en ella es en ser “mayores”, independientes, poder salir a la calle hasta la hora que queramos, sin broncas ni órdenes de nuestros padres… Pero cuando estás a un paso de ella, lo único que piensas es en qué voy a estudiar, dónde lo voy a estudiar, por qué lo voy a estudiar… Las cuestiones típicas de un estudiante con miedo a equivocarse, y las que hay que resolver pronto, porque no es que esté mal, pero si apruebas la selectividad y te llevas un año sin hacer nada, sólo pensando esas preguntas, pues oye chico, has tenido tiempo antes digas lo que digas. De hecho, no es tan complicado, sólo piensa lo que quieres hacer, que la universidad te lo brindará a cambio de mucho, mucho, mucho, mucho esfuerzo por tu parte.

Además, para mí existen otras cosillas relacionados con la universidad: vivir con amigos en un piso, aprender de ellos y que ellos aprendan de mí, reír por tonterías, llorar por todo lo que hay que estudiar, conseguir metas, sudar para conseguirlas, irte una temporada a estudiar en otro país, conocer sus costumbres, sus buenas y malas cosas, maravillarme de todas sus maravillas… Todo esto conlleva la universidad, y todo quiero vivirlo. Pero sin duda, hay que destacar lo que se consigue en todo ese proceso: madurar y definir tu personalidad. Aunque mucha gente no le dé tanta importancia, cuando eliges una carrera, estás tomando una decisión que te perseguirá para toda la vida, para bien y para mal. La típica frase de “la juventud es el tiempo de cometer errores” no es verdadera. La juventud es el momento de aprender la manera de cometer los menores errores posibles, el momento de darnos cuenta que nuestros padres tenían razón cuando decían que teníamos que abrigarnos, y de aprender a hacerlo nosotros solos, el momento de rectificar y de aprender a que sí somos testarudos, que todo lo que nosotros opinemos no tiene porque ser la opinión de los demás, el momento de disfrutar de la vida, y aprender la fórmula de disfrutar siempre de ella…

Eso es todo lo que espero de la universidad, puedo conseguirlo, y puedo que no, pero el intento marca el éxito, ya que lo que no se intenta, no se logra.

Y bueno, en plan conclusión de mi maravilloso y encantador texto, me gustaría decir que a la pregunta “por qué quiero ir a la universidad” contesto, porque tengo que aprender de ella dos idiomas, buenas actitudes y la forma en la que llevaré mi vida. Porque he de aclarar una frase que dije antes: “eso de la vida perfecta no existe”. No existe la vida perfecta, pero si existe tu vida perfecta, pero para conseguirla, tienes que aprender como es la tuya, que es lo que quieres en realidad y realizarte como persona. Y eso sí, lo que no se busca, no se consigue, lo que no se intenta, no se alcanza… así que ¿por qué no aprender inglés y chino si es lo que me gusta? Yo lo voy a intentar, y para conseguirlo, está la universidad.

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